Mi primera toma de contacto con la fisioterapia fue a través del deporte. Formaba parte de un equipo de natación sincronizada y fue en este ambiente donde me crucé con varios fisioterapeutas. Desde pequeña había tenido claro que quería que mi vida laboral estuviese ligada a alguna rama sanitaria. No acababa por decirme hasta que comencé a entrenar seriamente en natación. Sin embargo, comencé el grado universitario de Terapia Ocupacional en la universidad de Zaragoza. Gracias a la terapia ocupacional empezó a despertar mi curiosidad sobre la rehabilitación neurológica y la recuperación funcional. A pesar de que me encantaba, seguía sabiendo que mi objetivo final era ser fisioterapeuta. Por eso, comencé a estudiar Fisioterapia en la Universitat de València. Fueron cuatro años donde además de toda la formación teórica realicé muchas horas de prácticas tanto en hospitales como en clínicas privadas. Una vez comienzas las prácticas con pacientes reales es donde realmente descubres la maravillosa profesión a la que hoy en día me sigo dedicando. Una vez finalizada la carrera te encuentras con infinidades formaciones que hay después. Una de las ventajas que a mi parecer tiene la Fisioterapia es la cantidad de especialidades, y formaciones complementarias que están en continuo estudio. En mi caso me decanté por la Terapia Manual Ortopédica, la punción seca y el método Pilates. A día de hoy sigo con la ambición de continuar mi formación y ofrecer así diferentes terapias. Trabajé en una clínica privada en Valencia, donde estaba encantada con los pacientes, pero por motivos personales tenía que probar suerte en el Puerto de Santa María. Mi sorpresa fue cuando encontré Fisiosport donde tenía delante lo que para mi es vital en la recuperación: fisioterapia y deporte. Por mi vínculo con el deporte me encanta trabajar la terapia manual ligada al ejercicio terapéutico. Y por todo esto, me gusta trabajar el rol activo que el paciente toma en su propia recuperación.