Desde joven tenía decidido ser fisioterapeuta porque me apasiona la idea de poder trabajar ayudando a los demás, de poder tratar sus dolencias y además de todo, recibir la gratitud de mis pacientes.

En mi juventud tuve un gran obstáculo para conseguir mi objetivo, y fue que no era un gran estudiante. Cuando aún no había acabado mis estudios de secundaria ya tuve dificultades para superar las asignaturas que no eran de mi agrado, la lengua y literatura diría que era la que más me aburría. Aun con todo ello tuve mi objetivo claro, tenía que conseguir ser Fisioterapeuta.

Para conseguir mi acceso a la universidad opté por realizar un grado superior en documentación sanitaria para así poder entrar al grado de Fisioterapia. El paso por la carrera fue difícil, lleno de exámenes prácticos y montones de apuntes que estudiar, pero estudiar algo que te gustaba se hacía mucho más ameno. Cuando por fin acabé el grado en Fisioterapia me pregunté, ¿Ahora qué? 

Previamente había estado complementando mis estudios con diferentes cursos para añadir más conocimientos y experiencia a mi currículum que me pudiera ayudar tanto a encontrar trabajo como a la hora de tratar a mis futuros pacientes. Me acabé especializando como osteópata ya que es la rama que más me interesa dentro de la Fisioterapia. Aun así, me gustan las terapias invasivas como la punción seca y terapias como la Electrolisis Percutánea Intratisular (EPI), la cual tengo pensado este año formarme junto a conocimientos en el uso de la ecografía para la fisioterapia.